La luna estaba en
lo más alto del cielo, llena, brillante, gigante. Además estaba hermosa, la
noche calida, deliciosa.
Estaba sola, pero
con ganas de tener una velada erótica, estaba en la fase más ardiente de mi
ciclo hormonal, con la pasión y el deseo a flor de piel, y la noche calida que
me erotizaba más y más.
Baje ala playa a
caminar y de lejos se divisaba una moto
con un chico sin su casco, lo único que se veía a lo lejos era su cabellera
cobriza, que ala luz de la luna parecía que tenía fuego en él. Un fuego que me
hizo erotizar más y más y comencé a
sentirme excitada y con la entrepierna mojada.
Mientras más se
acercaba la moto, más ideas eróticas se me venían a mi cabeza y más caliente
sentía la sangre por mis venas. Cuando
por fin él se acerco a mí, paro y se bajo. Lo único que atine cuando tuve al
pelirrojo frente a mi fue besarlo, besarlo con pasión y locura, él solo se dejo
llevar por la pasión y me miro de frente directo a los ojos y comenzamos a
acariciarnos y seguimos besándonos locamente.
Yo andaba con un
vestido y él paso su mano por debajo de este, dentro de mis calzones y sintió
la humedad, y los saco y comenzó a frotar sus dedos en mi clítoris y logre un
orgasmo arrasador, lance un gemido liberador lleno de placer, de una manera
salvaje me tiro a la arena y comenzó a hacerme un rico sexo oral, subió mis
piernas a sus hombros y me lamía y metía
su lengüita dentro de mi. Tuve explosión orgásmica y gritaba, más bien chillaba
de placer. De ahí saco mi vestido
y yo le saque los pantalones y comencé a chupar su pene duro, grande,
suavecito, lo lamí, lo bese, lo chupe, lo tuve dentro de mi boca y el me tomo por
la cintura y me dio vueltas y hicimos un
69 en la arena, frente a la luna llena.
Terminamos uno encima
del otro desenfrenadamente teniendo sexo
lujurioso n la playa, yo arriba de él con
toda su humanidad dentro de mí, haciendo contracciones vaginales, apretando para
sentirlo y gozarlo, acabe miles de veces, orgasmos deliciosos, locura total.
Me beso, me dio vueltas
me puso de espaldas a él me penetro suavemente
por la concha y comenzó menearse suavecito y después cada vez más y más rápido…
fue delicioso una locura una placer indescriptible y él se seguía moviendo más y
más rápido hasta que logro acabar y sentí esa inyección de semen jugoso exquisito que corría por mis piernas como un
río de lava ardiente, que sensación tan lujuriosamente deliciosa.
Nos miramos, nos
besamos, nos metimos al mar para sacarnos la arena que teníamos en cada rincón
de nuestros cuerpos ardientes de deseo y locura.
Salimos del agua,
nos vestimos, me dijo su nombre….Daniel, intercambiamos teléfonos y nos despedimos
hasta la próxima noche de luna llena.