En
la fría noche de un fin de semana descubrí tu gran calidez; en la oscura
soledad encontré tu luz y tu reflejo. En
un día nublado encontré consuelo en tu compañía, y tú compañía logro que las
nubes se alejen de mi lado, esa densa capa de neblina ya me estaba
dejando sin consuelo cada día, cada día estaba envuelta en ella como en
una tela de araña, atrapada, amarrada sin salida, y de repente apareciste y encontré
el pase hacia la libertad, hacia la libertad
de mi ser interior y ahí pude escapar a la luz y conocí como brillaba el
sol, saber cómo es vivir en la luz del calor y la belleza.
Y
ahora de nuevo volví al invierno, a la neblina, al frio, a la soledad de una
tarde fría que nada logra entibiar estas paredes gélidas, roídas por el gris
que envuelve las piedras de esta inmensa fortaleza, que de un momento a otro se
desplomará, caerá y el derrumbe será tan inmenso que mi alma se hará mil
pedazos y no podrá sobrevivir a tanto desastre.
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