Salí de mi casa atrasada hacia mi trabajo, era una
mañana gris y muy helada; iba enojada porque no pude dormir bien la noche
anterior e iba aterida de frió.
Me fui a tomar la micro, no había siquiera tomado desayuno, tenia además
hambre, y Salí caminando rápidamente hacia el paradero del bus, pero a mitad de
camino en un carrito de sopaipillas, había un perrito y comenzó a seguirme
haciéndome todo tipo de malabares y fiestas, saltos, cosas graciosas y muy
tiernas.
Se parecía mucho al Milo, mi perrito que había
muerto hacia poquito, y el perro callejero comenzó a mirarme y a hacerme
coqueteos con sus ojitos negros como haciendo cambio de luces;
Ahora vive conmigo en mi casa, me despierta temprano todas las mañanas con sus lamidos,
ladridos y fiestas.
Escueto y emocionante. ¿Qué más se puede pedir? ¡Muy bien!
ResponderEliminar