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viernes, 24 de junio de 2011

Rex un pequeño perro

Estaba en la inmensidad de la noche mirando el cielo estrellado, era una de esas noches claras, con cielos  que te invitan a mirar las estrellas, la luna en lo más alto, una luna brillante e inspiradora.
Y yo ahí, sólo  quería no pensar en nada y disfrutar de la noche placida y serena, solo estar ahí  sin pensar y no hacer nada más que relajarme y estar en paz con mi alma.
Pero acá en el reino de las hadas, son pocas las veces que puedes sentarte a mirar el horizonte sin que nada o nadie aparezca de repente sin ser o no esperado.
Y mientras estaba sentada en la colina mirando el cielo, apareció un pequeño perrito blanco con machas cafés y comenzó a moverse hacia mi lado haciendo miles de gracias, muy coqueto para que yo lo tomara en cuenta, y fue tan gracioso y divertido que comencé a acariciarle el lomo. Le pregunté como se llamaba y dijo que su nombre era Rex y le pregunte ¿Qué estaba haciendo en el reino peligroso?
Me contesto que un día estaba tranquilo en su jardín de rosas, y un viejo de feo aspecto paso y corto una de las rosas del rosal y él se enojo mucho y lo mordió en un apierna rompiéndole el pantalón y lo hecho de su jardín, pero el viejo gruñón igual se llevo a rosa.-
-Y yo como perro de la casa mi deber es que nadie entre al jardín y se robe las rosas-
Pero el viejo granuja se enojo mucho  y me hizo un encantamiento y me puse a dormir y cuando desperté  ya no estaba en mi casa.
Y me paso algo extraño ya no ladraba como un perro normal, sino que además  podía hablar.-
-Pero este lugar me da mucho miedo, aquí hay miles de cosas que jamás había visto y muchos animales que no conocía.
-salí a explorar y me encontré  con un perro- eso creí yo- Pero era un Griffo, tenía unas alas grandes y se asuste mucho y me puse a tiritar de puro miedo.-
-Y me llamo por mi nombre y me dijo que no debía tener miedo y me subió a su lomo y me llevo a volar para que conociera el lugar.
Me contó muchas cosas extrañas, sobre gente que vive acá.
Me habló  de magos, reyes de los mares, sirenas, un señor que vive en la luna. Dragones,  y mil cosas que no pude retener en mi cabeza perruna- es que sabes-  soy un poco despistado y olvidadizo.
Si solo soy un perro, no pueden pedir más.-
El Griffo me subió a su lomo como te conté, y volamos toda la noche por el reino de las hadas y a poco andar hicimos  una parad en una cueva, no era una cueva  helada o fea, sino mas bien una bien elaborada, bonita y acogedora, tenía lindas telas en los muros par que no se sintiera helada o poco  tosca.-
En esa cueva vivían unos dragones refugiados de otro reino-
Era una colonia de dragones blancos y me sirvieron una cena  de bienvenida, que era digna de altos reyes.
Jamás me había servido filetes de ese tamaño acompañado de muchas verduras frescas, agua pura y limpia, fue un  banquete maravilloso.



-Me contaron miles de historias de gentes de otros lugares-
Un lugar llamado reino de arda con sagrados dioses y Valar, y como la maldad de un señor oscuro lo estaba convirtiendo en un lugar lúgubre, y por esa causa ellos tuvieron que emigrar  con su  colonia hasta estas tierras y que otra parte de su colonia estaba allende de los mares protegidos por un señor Manwe que les cuidaba.
Me entretuve mucho  esa noche con el Griffo en la cueva de los dragones, con sus historietas y con su rica comida, pero yo al igual que ellos estaba nostálgico de volver a mi jardín- y poder sentarme a dormir y oler el suave aroma de mis rosas-
Y me preguntaba una y otra vez porque tuvo que pasar ese viejo gruñón a mí   jardín  y mandarme acá- y uno de los dragones me dijo que ese viejo era un mago muy gruñón que siempre esta enojado, pero se enfada mucho más cuando lo muerden y le rompen el único pantalón que tiene.-
Pero el Griffo me dice- Rex- no tengas tanta pena que todos te ayudaremos a llegar a tu jardín  para que no estés triste, por ahora, solo  disfruta  de lo hermoso que es estar aquí en el reino de las hadas-
Así  que hoy salí a contemplar las estrellas como dijo mi amigo Griffo por eso aquí estoy contigo mirando el cielo en su inmensidad y contemplando las infinitas estrellas del firmamento coronados por esta hermosa luna llena, redonda y brillante.
-La luna es tan linda que creo que aullaré mucho mucho esta noche.-
 ¿A ti no te molesta que aullé a tu lado?
No, no te preocupes, creo que tus aullidos Rexito, no me molestan.
Creo que eso hará que esta noche sea más perfecta.
No siempre acá en el reino de las hadas se encuentran perritos como tú.
¿Te parece si después que termines de aullar me acompañas a ver a los dragones a su cueva?-
Después que mencione “dragones” Rex, se puso a saltar de alegría- y me dijo- ¡pero claro que si! - estaba eufórico porque volveríamos a ver a los dragones blancos-
Y Rex, comenzó a aullar  ala luna como por arte de magia llegaron dos Griffos se pusieron al lado de Rex y comenzaron los tres a aullarle a darle una serenata a la luna-
Se oía muy bien, dos Griffos y un perrito aullándole  ala luna, me pareció muy gracioso.
Después que acabaron, nos subimos al lomo del los Grifos y ellos nos llevaron ala cueva de los dragones, que estaba bastante lejos, en medio de unas colinas, en un lugar muy alto y de difícil acceso.
Pero como los Griffos eran muy diestros en el vuelo  llegamos bastante rápido- y ahí nos recibieron los dragones blancos-
Estaban haciendo una fiesta, celebrando un año desde que llegaron al país de las hadas.
Así que nos recibieron con mucha alegría; la noche se extendió hasta el amanecer.
Una cena deslumbrante, una charla maravillosa, llena de historias sin fin, cuentos, poesía, fue muy lindo.
Cuando ya al amanecer todos estaban  medianamente agotados, los Griffos nos llevaron de vuelta a la playa, porque dijeron que no era prudente  seguir hasta esa hora en la cueva de los dragones.
Y los Griffos volaron sobre el mar, y pudimos contemplar una de las escenas mas lindas que he podido apreciar. Pero el pobre Rex iba tan extenuado que no vio nada porque ya se había dormido.
Cuándo los Griffos aterrizaron en la playa lo hicieron con cuidado para no despertara Rexito; Yo me tuve que ir así que lo deje dormir y soñar, lo yape bien y lo deje cómodo y seguí con mi día.
A veces cuando voy a la playa me encuentro con Rex y me cuenta de sus nuevas a venturas con los Griffos, dragones, magos y que a veces lo llevan a la luna, pero aún no ha encontrado al mago gruñón que lo haga volver a su jardín.
Por eso de repente le dejo rosas de mí jardín para que  no se sienta tan nostálgico.
Por esa razón les pido a mis amigos que si van a la playa y ven al perrito, llévenle rosas fragantes para que Rexito se sienta un poquito más alegre y cómodo como en su casa.   






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